Ante la progresiva normalización de la actividad laboral de nuestro país, los investigadores de los Organismos Públicos de Investigación de carácter sectorial queremos dirigirnos a nuestros compañeros, dirigentes políticos y ciudadanos para compartir una reflexión sobre la situación de la ciencia en la “Era COVID” en los siguientes aspectos:
- Los centros de investigación durante la pandemia y el proceso de desescalada.
- ¿Cuáles son los problemas crónicos que seguirán cuando retornemos a los laboratorios?
- ¿Cuáles son las fragilidades que nos ha mostrado con crudeza esta pandemia y las oportunidades para resolverlas?
1. Los centros de investigación durante la pandemia y el proceso de desescalada.
Durante la pandemia algunos de nosotros que trabajamos en OPI con responsabilidad en el sector sanitario hemos contribuido al control de la epidemia. A estos compañeros queremos transmitirles el agradecimiento que merecen después de jornadas extenuantes y de trabajar contra reloj en condiciones difíciles. El resto nos hemos unido a la ciudadanía en este largo periodo de confinamiento que se ha seguido de manera ejemplar. Para nosotros ha sido un periodo activo en el que hemos continuado con el trabajo investigador que puede realizarse en el domicilio. La actividad científica en nuestro país no se ha detenido y todos, en la medida de nuestras posibilidades, hemos contribuido.
Pero ahora entramos en el llamado proceso de desescalada o de vuelta a la nueva normalidad. Nuestra primera reflexión es que los laboratorios de investigación debemos volver al trabajo en el plazo más breve posible, aplicando todas las medidas de seguridad y contención, pero cuanto antes. Estas semanas, hemos escuchado hasta la saciedad cómo se ponía en valor la investigación científica. Si la ciencia es una prioridad para nuestro país, debería haberse activado con los sectores económicos considerados estratégicos. Cada retraso será una prueba de si la investigación es considerada una prioridad nacional.
2. ¿Cuáles son los problemas crónicas que seguirán cuando volvamos a nuestros centros?
Los problemas que sufríamos cuando empezó la pandemia se han agravado.
- La escasez del presupuesto de investigación. Se ha habilitado un fondo para la investigación en el nuevo coronavirus, lo que es una medida acertada y necesaria. Pero persiste un déficit grave en la financiación de la ciencia a todos los niveles, agravado por la falta de presupuestos que tenían que haber sido elaborados durante estos meses.
- Se han bloqueado los presupuestos de los proyectos de investigación, la gestión de contratos y las oposiciones. Algunos centros como el IEO están en una situación financiera cercana a la quiebra por no poder ejecutar sus ingresos. Aprobamos la priorización de gasto relacionado con la pandemia pero no creemos justificada la parálisis de otros proyectos. El bloqueo del proceso de consolidación de personal y la paralización de los procesos selectivos en curso son pésimas noticias que enlentecerán la incorporación de investigadores.
- La gestión administrativa no se ha agilizado durante el confinamiento. Los procesos administrativos se han agilizado para la investigación para COVID-19 -lo que es un buen ejemplo de que se pueden hacer las cosas de otra manera y resolver los problemas en tiempo record si existe voluntad política- pero no para el resto de proyectos. Como ejemplo, el cupo de contratación de investigadores que libera el Ministerio de Hacienda no ha llegado hasta finales de abril incumpliéndose el compromiso de que sería liberado a principios de enero, es decir antes del inicio de la pandemia.
3. ¿Cuáles son nuestras fragilidades que nos ha mostrado con crudeza esta pandemia? ¿Qué lecciones y oportunidades podemos aprender de esta experiencia?
La pandemia de coronavirus se ha ensañado con nuestro país y nos revela fragilidades importantes de las que queremos señalar aquellas que nos competen y afectan:
- Existe un claro déficit en los sistemas de vigilancia epidemiológica y salud pública que se han visto sobrepasados por esta oleada. Sabemos que ningún país está preparado para una epidemia de este calado. Es por tanto prioritario reforzar la estructura de la salud pública y los sistemas de vigilancia epidemiológica, incluyendo la investigación en esta área, y reforzar los estudios en virología animal en coordinación con las enfermedades infecciosas humanas.
- El déficit del tejido tecnológico español, especialmente en el campo de la biotecnología. Esta epidemia ha mostrado la dependencia exterior de nuestro país en materiales que van desde las mascarillas, a los reactivos de biología molecular, test serológicos y los respiradores de las UCI. El esfuerzo realizado e improvisado ha sido incapaz de paliar, a pesar del voluntarismo, estos déficits que han repercutido gravemente en el seguimiento y control de la epidemia y en la protección del personal sanitario. La inversión en biotecnología debe ser considerada una estrategia de país y no estar condicionada únicamente por el coste de producción de productos clave para el control de la epidemia.
- La fragilidad del sistema español de ciencia y tecnología con una financiación insuficiente de todas sus áreas. En particular, la epidemia ha mostrado la deficiente financiación de la investigación en enfermedades infecciosas. España sigue siendo, con Bélgica y Chipre, el único país de la Unión Europea que no reconoce la especialidad de enfermedades infecciosas. Las enfermedades infecciosas no son, en 2019, área prioritaria en la convocatoria de la Acción Estratégica de Salud de 2019 del Instituto de Salud Carlos III. Investigadores de prestigio en virología del CSIC que trabajaban en coronavirus vieron su financiación cortada cuando ya tenían una vacuna frente al SARS. Ahora se reconoce con justicia su esfuerzo, pero hubiera sido mejor que esas investigaciones nunca se hubieran detenido. Reconocer la especialidad de enfermedades infecciosas y diseñar un plan estratégico en este área que incluya las enfermedades emergentes y quizás el establecimiento de un Centro Nacional de Investigación en Enfermedades infecciosas son prioridades de país.
- La carencia de determinadas infraestructuras científicas. Carecemos en España de un animalario de primates y laboratorios de bioseguridad en nivel 4. Se ha argumentado que ambas infraestructuras son demasiado costosas –especialmente su mantenimiento- pero hoy vemos cómo determinados experimentos y cultivos virales con proyección diagnóstica, de búsqueda de tratamientos y vacunas no pueden realizarse en nuestro país. Construir nuevas infraestructuras de biocontención y la coordinación entre instituciones que velan por la salud humana y animal es necesario para reforzar nuestra infraestructura.
- La burocratización del sistema de gestión de la ciencia. Lo que ya veníamos denunciando y esta epidemia nos muestra con mayor crudeza es que la gestión de un área dinámica y altamente competitiva, como es la ciencia, es incompatible con el sistema de gestión actual que se rige por los procedimientos complejos y lentos de la Administración General del Estado. Se requieren iniciativas decididas y valientes para cambiar el sistema de gestión. Necesitamos estructuras ágiles, eficientes y sujetas a una fiscalización razonable, como las que proporcionan las Fundaciones Científicas, que faciliten y no bloqueen la actividad investigadora.
- La precariedad de los investigadores jóvenes y no tan jóvenes (mayores de 40 años). Estos investigadores encadenan contratos temporales durante periodos de hasta quince años y no tienen acceso a una posición consolidada dentro del sistema a pesar de carreras investigadoras brillantes. La pandemia ha frenado todas las iniciativas de estabilización de investigadores formados, estabilización necesaria para la consolidación y competitividad de los grupos de investigación. Se pierde la inversión en formación y los recursos disponibles (personal formado) por esta importante precariedad de la ciencia. Esta precariedad agrava la escasa masa crítica de personal en el sistema debido a las jubilaciones que no fueron sustituidas debido a las restricciones en la tasa de reposición de los pasados años. Es urgente un plan de estabilización de personal pero también la implementación de mecanismos que faciliten la contratación indefinida de jóvenes investigadores.
Por todos estos motivos y realidades desde INVESTOPI pensamos que es más necesario que nunca un Pacto de Estado por la Ciencia que recoja los siguientes aspectos:
- Un incremento constante y sostenido de los fondos de inversión en ciencia para alcanzar el 3% del PIB en cinco años. Una financiación real que se traduzca en un incremento en el capítulo de subvenciones sin engordar artificialmente el presupuesto mediante recursos financieros que no se ejecutan en su mayor parte.
- Un plan de consolidación del personal de investigación de nuestros centros y la creación de mecanismos específicos para reclutar y estabilizar el talento interior y exterior.
- Un cambio radical en el sistema de gestión y control de la ciencia que sea igual para todas las instituciones implicadas: CSIC y OPI sectoriales. Para este cambio es necesario el diálogo entre todos los elementos implicados (investigadores, gestores e inspectores) con el objetivo de garantizar la actividad de investigación.
- Un plan nacional de ciencia e innovación que priorice áreas científicas de especial impacto en la sociedad pero que conserve la inversión en ciencia básica como una prioridad y una condición necesaria para sostener la producción de conocimiento.
- Dotar a los centros que cumplan requisitos de excelencia científica acreditada de un presupuesto estructural que permita diseñar planes estratégicos propios.
- Crear cauces reales de colaboración entre la industria tecnológica y los OPI, facilitando la realización de convenios, planes de inversión privada, intercambio y movilidad del personal científico y diseño de estrategias de colaboración entre los investigadores del sistema público y las compañías privadas.
En esta ocasión nos hemos tenido que entrentar a una pandemia pero es esperable que tengamos que enfrentar otros retos de difícil predicción en el futuro. Una sociedad moderna sólo se podrá enfrentar a ellos con éxito si está preparada. Esta preparación requiere un tejido científico y tecnológico bien estructurado, ágil, y operativo, para encontrar soluciones a cualquier problema que pueda surgir en el mínimo tiempo posible. Los países de la UE lo entienden así, y casi todos ellos aumentaron el presupuesto de la investigación en la crisis del 2008, menos España, que fue la gran excepción.
Consideramos que los investigadores de los OPI debemos participar, junto a otros actores del sistema de ciencia, en la elaboración de este Pacto de Estado por la Ciencia y desde INVESTOPI ofrecemos nuestra colaboración en este proceso.
11 de mayo de 2020
La Junta Directiva de InvestOPI
- Presidente: Marina Albentosa Verdú (IEO)
- Vicepresidente: José Alcamí Pertejo (ISCIII)
- Secretaria: Ma Luisa Fernández Cruz (INIA)
- Tesorero: Pedro Vélez Belchí (IEO)
- Vocales: David Barrado Navascués (INTA), Juan I. Fernández Golfín (INIA), Javier Sánchez España (IGME), Boudewijn van Milligen (CIEMAT), Ángel Zaballos Sanz (ISCIII)