Personal investigador de distintas entidades, entre ellas el CIEMAT, han publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, el artículo titulado Antarctic ozone hole modifies iodine geochemistry on the Antarctic Plateau, sobre la disminución el ozono estratosférico polar observada desde 1970 y relacionada con las emisiones debidas a la actividad humana de clorofluorocarburos y halones (compuestos de bromo, flúor y carbono). El investigador Juan Pablo Corella, de la Unidad de Conservación y Recuperación de Suelos (CoReS) del Departamento de Medio Ambiente del CIEMAT es uno de los autores del artículo.

En este artículo se informa de cómo el agujero de ozono ha modificado la geoquímica del yodo en la Antártida. Este elemento es crucial para el ser humano porque tanto su poca (o elevada) concentración en los seres humanos conlleva el desarrollo de importantes enfermedades y deficiencias. Además, este elemento juega un papel importante en el clima y la capacidad radiativa de la atmósfera, ya que tiene la capacidad de destruir ozono. En este trabajo se ha estudiado un sondeo de hielo en Dome C, localizado a 3233 metros sobre el nivel del mar en la Antártida. Este testigo de hielo muestra que las concentraciones de yodo en la superficie del hielo se mantuvieron constantes durante el periodo pre-agujero de ozono, 1800-1974, y empezó a disminuir desde que se formó dicho agujero (en 1975 aproximadamente), siguiendo una evolución similar a las de la concentración de ozono en la Antártida.
En el artículo publicado se combinaron, por una parte, el primer sondeo de hielo en esta localización que cubre los últimos 212 años y, por otra, medidas de laboratorio y modelos químico-climáticos para proponer que el descenso en las concentraciones de yodo se debe a la reemisión de yodo desde el suelo/nieve debido al incremento en la radiación ultravioleta debido al descenso del ozono.
El incremento en las emisiones de yodo desde el suelo/hielo hasta la atmósfera puede tener importantes implicaciones para la química en la troposfera polar y en el balance radiativo, debido a que los ciclos catalíticos del yodo juegan un papel importante en la destrucción de ozono troposférico en la Antártida, y también en la formación de núcleos de condensación (precursores de las nubes). Por tanto, el papel del yodo en la química atmosférica juega ahora un papel todavía más importante que antes de la formación del agujero de ozono y de ahí la importancia de estudios como el plasmado en el artículo.
Fuente: CIEMAT